Según la última actualización de cifras al corte del 1 de mayo, la pandemia alcanza una amplia zona de distribución en casi 200 países, con una población acumulada 7,695 millones que representan el 98,9%, casi la totalidad de habitantes del planeta. Adicionalmente, dentro del área de influencia pandémica se registran 3,3 millones de personas infectadas y 240,000 fallecidas en los cinco continentes, de los cuales la mayor parte corresponden a Europa (141.000, 58,9%), América (81.000, 33,8%), Asia (16.000, 76,5%), África (1.700, 0,7%) y Oceanía (117, 0,05%).
Gráfico 1, Distribución de muertes coronavirus por Continente
Aunque se desconoce el grado de afectación que tendrá la pandemia en términos de vidas humanas, para acercarnos a la valoración del impacto de la enfermedad, la tasa de morbilidad universal alcanza el 0,04%, equivalente a 431 infectadas por cada millón de habitantes del planeta. A su vez, el índice de letalidad o la relación entre la cantidad de fallecidos y las personas contagiadas, es del 7,3% «cálculos propios». Sin embargo, estos indicadores solo representan la visión temporal del coronavirus, cuya afectación, mantiene aún la tendencia creciente en los países de mayor mortalidad hasta el momento y podría extenderse con severidad en los países asiáticos y africanos con altos niveles de población como India, Pakistán, Indonesia, Bangladesh y Nigeria, entre otros
La humanidad padece en el momento los efectos de una construcción egocéntrica donde cada cual mira hacia sí mismo, en forma insolidaria y despiadada, en la lucha por vender la fuerza de trabajo y así lograr su sustento diario, imponiéndose sobre millones de seres humanos que no logran incorporarse a la lógica del sistema, ni se alcanzan a sintonizar con la dinámica del mismo, sobre la cual se encuentra engranada la humanidad «Artículo “Después de la pandemia, ¿todo seguirá igual?” de Carlos Gutiérrez M, publicado por Le Monde Diplomatique, abril de 2020.» y donde se tratan de forzar los niveles de productividad, aun a costa de la degradación de la naturaleza y el medio ambiente.
Estamos ante una obra humana que se construyó especialmente a lo largo del siglo XX, donde millones de personas consumen los recursos que produce la naturaleza a su alrededor, transformándola hasta darle cuerpo a la nueva naturaleza, mediante la mano y la interacción del hombre «Op. Cit». Esta situación bien se puede expresar mediante dos relaciones matemáticas, la primera donde reproducción de capital se encuentra en función de la Vida “RC: f(V)” y la segunda donde existe una corresponsabilidad entre el Hombre y la Naturaleza “RC:f(H+N)”.
A la luz de los acontecimientos epidemiológicos de la historia, es por demás claro el nivel de riesgo y la capacidad de propagación de una pandemia en las condiciones del mundo global, marcado por la necesidad acelerada de reproducción de capital, que maximiza la capacidad de producción industrial y fuerza la relación entre el hombre y la naturaleza. Es innegable que el modelo de producción actual traspasa la integridad de los ecosistemas y las especies.
En un mundo presionado por la ilusión de crecimiento ilimitado, con una población mundial de 7,700 millones de seres humanos que habitan el planeta, es más alto el nivel de riesgo de un virus y su probabilidad de contagio, frente a otros eventos pandémicos de la historia. En medio de esta crisis sanitaria mundial, se identifica un problema universal por las manifestaciones externas del fenómeno de contagio a través del confinamiento y la depresión económica mundial que se insinúa, pero la sociedad aun no alcanza a visualizar, una realidad subyacente en las relaciones del hombre y la naturaleza, que se irá develando en la medida que los científicos rastreen las huellas del genoma del virus, identifiquen las secuencias genéticas en su ruta por los continentes y logren determinar métodos para combatirlo.
El cuadro 1 que se observa más adelante, resume el impacto social de algunas de las pandemias de la historia que poseen algunos indicadores de referencia, para tener una visión comparativa de las características de afectación demográfica a lo largo de la humanidad, con respecto al coronavirus. El hecho más notorio en comparación con los eventos pandémicos anteriores, ha sido la capacidad de propagación acelerada y la amplia cobertura del coronavirus en el 98,9% de los países, casi la totalidad de habitantes del planeta, en situación de riesgo. Simultáneamente, el índice de letalidad a la fecha es del 7,31% y muy probablemente este indicador supere el 10%, porcentaje cercano al registrado por la gripe A H1N1 del año 2009 (9,4%), con quien comparten su afinidad como enfermedad viral.
En general, desde la peste negra del siglo XIV se comenzaron a aplicar medidas de cuarentena, incluyendo el episodio de la Peste de Manchuria en 1911 y la epidemia del Ébola en África entre el 2014 y 2016, con las fuertes implicaciones económicas y sociales derivadas de la situación de aislamiento al momento de los acontecimientos. En el caso particular de la gripe española de 1918 que originó 50 millones de personas fallecidas como consecuencia de una variedad del virus de la influenza, la propagación de la enfermedad se generó finalizando la primera guerra mundial, razón por la cual en medio del movimiento masivo de tropas no era posible adoptar medidas de aislamiento, en medio del rigor de la confrontación bélica, situación que contribuyó a la propagación de la enfermedad, donde los soldados fueron portadores activos de contagio, inclusive después de terminada la guerra.
Cuadro 1, Indicadores de Principales Pandemias en la Historia
Una de las conclusiones adicionales de las pandemias ilustradas en el Cuadro 1, fue el aislamiento como principal medida de control sanitario ante la velocidad de infestación del virus, desde el siglo XIV hasta la fecha, con la excepción de los indígenas americanos que fueron arrasados por la viruela y sarampión, sin que se declararan medidas de aislamiento y control sanitario por parte de la corona española. Lo que no acabó la espada afilada de la corona española frente a los pueblos indígenas americanos, lo terminó las enfermedades contagiosas traídas del viejo continente por los conquistadores españoles.
A la fecha 187 países tienen medidas de aislamiento, con las consecuencias sociales y económicas derivadas del confinamiento universal, sobre las actividades productivas que está generando una crisis económica mundial de amplias proporciones. La agitada economía del mundo globalizado, se encuentra en un estado cataléptico tratando de despertar al paso arrollador de la pandemia, afectado por el freno a la dinámica industrial y las restricciones de intercambio comercial en una sociedad globalizada y adaptada al consumo masivo.
En medio del evento pandémico actual, aflora la actitud desesperada de muchos trabajadores por reincorporase a las actividades productivas en la búsqueda de subsistencia a costa del riesgo de contagio, así como el empobrecimiento masivo de la población producto del elevado crecimiento del nivel de desempleo y la inminente quiebra de pequeñas y medianas empresas, como efecto directo de una crisis económica con claros signos de amenaza de depresión mundial..
La lectura del acontecimiento pandémico, bien puede expresarse como el clamor y llamado de la naturaleza al despertar de la conciencia colectiva y de los Estados, para mejorar la relación entre el binomio “hombre – naturaleza”, de manera que la humanidad se concientice de la necesidad inminente de crear nuevos modelos de interacción social y económica que contribuyan a elevar la calidad de vida del hombre, mediante la disminución del ritmo de crecimiento industrial alimentado con el uso de energías fósiles, el control de la contaminación de los gases de efecto invernadero, por solo mencionar factores ambientales, a los cuales hay que adicionar todos los aspectos económicos relacionados con la distribución del ingreso. La reproducción de capital tiene una inmensa deuda ambiental con la humanidad, de manera que estamos a tiempo de comenzar a compensar los efectos nocivos de la destrucción de la naturaleza, mediante la generación de nuevos modelos de producción que enriquezcan el ciclo humano de vivir y trabajar en medio de un ambiente sano.
En las condiciones actuales, el paso avasallador de la pandemia tiene sometido a los gobiernos al dilema de priorizar entre la vida de las personas o la economía. Resolver esta disyuntiva mostrará el verdadero talante de los gobernantes, para privilegiar la vida sobre el imperio del capital. El mundo globalizado de amplia generación de plusvalía a través del trabajo, está generando un reacomodamiento de las fuerzas productivas, en medio de la amenaza de una depresión económica mundial de amplia proporción.
Mientras se eleva la curva de contagios y muertes, la economía mundial sigue inmersa en un proceso de contracción y el grupo tripolar de las principales potencias económicas (Estados Unidos, China y Rusia), serán el principal termómetro para medir la temperatura de la crisis que se avecina y sus efectos sobre la enferma economía mundial. Precisamente la historia enseña que en los grandes momentos de crisis de la humanidad, generan las condiciones para el despertar la conciencia colectiva de los pueblos e inducir grandes procesos de transformación en la organización de los estados y los sistemas políticos
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Excelente sumario de la disyuntiva que se nos est presentando. Solucion, cual puede ser la solution? Sistemas de produccion mas responsables con el ecosistema, diferentes tipos de relaciones humanas, que tengan en cuenta acceso y oportunidad mas equitativa, y definitivamente goviernos que realmente representen las necesidades de todos!
Es una buena sintesis de la realidad que estamos enfrentando, ni mas ni menos.