La preservación de los bosques, acuíferos y páramos que rodean a Bogotá es una necesidad apremiante que involucra a los ciudadanos y autoridades en su cuidado, para el disfrute sano de todos.
Acompañados por los anfitriones Diana Chamorro y Andrés Parada de la organización ConSentidos por Naturaleza expertos en turismo de naturaleza con personas en condición de discapacidad y sin discapacidad, se realizó un recorrido agroambiental por los cerros orientales de Usaquén, sitio sagrado de nuestros indígenas Muiscas, que se inició por la vía a La Calera donde se visitaron dos huertas ubicadas en el Alto de Patios sector San Isidro de la UPZ 89 de la localidad de Usaquén. Esta actividad se realiza gracias a que fue una ganadora de los presupuestos participativos para el 2022.
Los huertos
Según el Jardín Botánico hay alrededor de 280 huertas entre medianos pequeñas y otras muy pequeñas. La primera huerta que se visitó es un proyecto llamado Maya Tejedores de la Tierra de creación de huertas compuesta generalmente por mujeres, trabajando desde la conciencia del amor y la cultura del cuidado.
Como arterias vitales para estos ecosistemas, bajan de las montañas, las quebradas Morasí y San Antonio a solo 30 metros de las huertas que visitamos.
Estos ecosistemas brindan una cantidad de beneficios para los habitantes de la ciudad como un pulmón de aire, descontaminación, proveedor de agua, de recursos, captura de gases de calentamiento global, emisión de oxigeno por la cantidad de verde, por esto es importante la conservación para mantener el equilibrio que deben tener las ciudades.
En esta huerta ecológica encontramos diversidad de alimentos como habas, cale de diferentes variedades, frijol nativo, maíz, brócoli, ibias, guascas, repollo, perejil, papa, hierbas aromáticas como tomillo, toronjil, yerbabuena, caléndula sirve como controladoras de plagas,
Dentro del proceso de las huertas, se tiene el abono orgánico que inicia con una compostación de material vegetal (deshierba, podas deshecho orgánico de comida no cocinada ni grasos que se recibe de restaurantes). También se desarrolla un proceso con lombricultura que genera un abono con mayor calidad en 3 o 4 meses con las condiciones de humedad, temperatura adecuada y el tipo de alimento que se les dé.
Es importante tener en cuenta que toda materia orgánica cuando se está descomponiendo genera gas metano, este gas es de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global de 10 veces mayor que el dióxido de carbono (quema de combustibles fósiles, la respiración) por eso su manejo debería de ser adecuado y responsable para evitar convertirlos en basura que generan Lixiviados que contaminan el ambiente.
La segunda huerta que se visitó corresponde a La fundación Fuerza Ambiental para la formación de cultura sostenible, liderada por Carol Mora, cuyo objetivo es generar en las personas la necesidad de modificar sus hábitos frente al medio ambiente buscando la sostenibilidad a través de varias estrategias como la participación personal y la unidad de colectivos afines con las huertas y la protección ambiental.
Su responsabilidad social los lleva al cuidado y limpieza de quebradas que las circunda, elaboración y comercialización de productos sostenibles, biotiendas para el consumo saludable, talleres y conferencias ambientales en colegios y empresas comprometidas, conservación, recuperación y restauración de espacios naturales, además de los cultivos de sus huertas.
La Aguadora – Cerros Orientales
Siguiendo con el recorrido ambiental llegamos a la reserva forestal Santa Ana–La Aguadora con una altitud de 3004 mts sobre el nivel del mar y el mirador Bosque de Pinos
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Con actividades culturales de música andina interpretada por Julio Aguilar, el acompañamiento de dos patrulleros de la policía nacional, una interpret de señas para personas sordas y una paramédico; iniciamos el descenso de la reserva ambiental administrada por la Empresa de Acueducto de Bogotá y por el cual cruzan tubos que llevan el agua potable a la capital, camino que también nos lleva a nuestro destino de retorno en la calle 118.
Este camino de herradura fue utilizado por los nativos indígenas Muiscas para sus rituales sagrados en estas altas cumbres. Nuestro descenso, acompañados del cantico de aves, el ruido de los matorrales al movimiento por el viento en este día soleado y uno que otro insecto, llenaron de gozo este momento.
Cruzando por hondonadas puentes y quebradas, la vegetación nativa que en ocasiones se interponía en el camino, fuimos consumiendo la distancia poco a poco teniendo en cuenta que iba una persona con ceguera total, pero que se defendía muy ágilmente de las piedras del camino.
Llegando a los grandes tanques de agua en pie de cuesta, ya en carretera, se realizó una actividad interesante de vendar completamente los ojos y desplazarnos con un guía también vendado y bastón para invidente y la música que hacía sonar Julio, y se escuchaba a la distancia. Este ejercicio nos llevó a entender el valor de la visión.
Una última actividad fue el sorteo de varios elementos de una canasta con productos ecológicos como jabones, cremas, abono orgánico etc.
Era el final del evento de este día dejando como enseñanza el reencuentro con la naturaleza, el consumo responsable, el cuidado de nuestro cuerpo todo en derredor de la naturaleza y el agua.
Alianza de Medios Comunitarios y Alternativos