Tras el triunfo de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia varias cosas sociales y políticas han sucedido que vale la pena resaltar.
Primero el impresionante fenómeno de la noche del 19 de junio, donde espontáneamente, en todas las ciudades, pueblos y rincones de Colombia hubo multitudes alborozadas celebrando sin reportarse un acto de violencia o vandalismo, inclusive hasta el amanecer del 20.
Poner en movimiento una masa de estas magnitudes y con este comportamiento, ya de por sí se fractura la historia y que empiecen a temblar los tiranos. ¿Estaremos entrando a uno de tales momentos? La historia lo dirá.
Segundo la imagen del candidato vencido Rodolfo Hernández y el vencedor Gustavo Petro abrazados y sonrientes, en esta sociedad preñada por siglos de contradicciones sociales tajantes y dolorosas, no se puede entender como un gesto cierto de pasar la página de la historia y por consiguiente pacificación y reconciliación social. Igual sucede con el acercamiento semi sonriente con el jefe natural de la derecha, dueño del Ubérrimo, tampoco se puede interpretar en el mismo sentido.
Salvo que la historia humana no se rija por leyes y cadencias, por intereses de clases irreconciliables (mientras haya propiedad privada así es el asunto de la historia) sino por la inteligente voluntad, gestos amables y los más honestos deseos del príncipe de turno. Mucho menos la romántica e infantil interpretación de que tales gestos son táctica política para garantizar mayorías parlamentarias… ¿Qué más veremos si no se apiadan del país las benditas ánimas del purgatorio?
Al cierre de esta edición se ratifica a José Antonio Ocampo en Minhacienda. Es de lo menos reaccionario de la intelligentsia del establecimiento… por lo menos no privatizará más cosas… pero ya veremos en dónde y cómo buscará plata, y hasta donde tendrá las agallas para ciertas reformas que, aunque no son radicales, si son progresistas en política económica, política monetaria. ¿será de base neoclásica – neokeynesiana? (espero y medio confío).
Entre lo que quiera el presidente y lo que se alcance frente a las contradicciones económico-monetarias estará la clave del nivel y alcances del progresismo posible.
Controlar inflación, acabar el déficit fiscal, torcerle el pescuezo a la deuda externa y buscar plata de muchísimo más de 50 billones (por fuera del actual presupuesto) no es asunto fácil.
En tres meses se podrá empezar a evaluar su gestión.
Vienen tiempos de tormenta. ¡¡Pero no nos rendiremos!!
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