Ahora el poder no radica tanto en la fuerza ni en la represión, basta el control de los estados de conciencia de las personas.
Hoy no es suficiente la manipulación de la información o vigilancia digital. La transformación es mucho más profunda, la realidad se ha vuelto más etérea y distinguirla, más difícil.
Hoy habitamos en mundos paralelos diseñados, universos simulados con el espíritu crítico adormecido, diríamos que la verdad ha perdido sentido. La realidad ha sido fragmentada en mil realidades
Los algoritmos ya no son solo herramientas de cálculos predictivos, ahora son tecnologías letárgicas de masas. La economía de la atención al cliente no es solo un modelo de negocios, es un sistema colectivo para inducir, mantener y modular estados alterados de conciencia.
Las plataformas sociales no venden publicidad, nos trazan comportamientos, inducen sueños, son los nuevos laboratorios del poder; Uber no vende viajes vende el sueño del emprendimiento independiente, Amazon no entrega productos, distribuye microdosis de dopamina, no es solo trabajo a distancia es la transformación de toda la vida en trabajo, la economía de plataformas es una economía en estado de trance
El capital ha entendido que el verdadero valor no reside solo en el control de los medios de producción, también hay que tener el control de los estados de conciencia, ya no es suficiente poseer fábricas, también se debe poseer las mentes. Este sistema no es cerrado, es un campo de fuer- zas capaz de asimilar cualquier resistencia, no se puede luchar contra ese trance colectivo oponiéndose a ello.
Los críticos deben entender que no luchan contra simples falsedades sino contra estados de conciencia alterados, cada crítica se integra a la narración como una confirmación de la verdad construida que refuerza este trance, desarrollando un fenómeno de inmunidad a las contradicciones porque las contradicciones más evidentes refuerzan el trance.
La oposición es el alimento favorito del sistema, el disenso se convierte en mercancía, el rechazo en consentimiento. Esto explica por qué los enfoques basados en la racionalidad o el argumento lógico caen en saco roto un campo hipnótico no puede ser disipado por la simple fuerza de la lógica.
la alternativa no es buscar una vía de escape sino aprender a descifrar los códigos que rigen la ilusión. La ilusión nunca ha sido tan real y la idea de realidad nunca ha sido tan ilusoria, necesitamos educarnos para evitar el umbral, ese estado limitado, suspendido entre la conciencia y la inmersión. Desarrollar lo que puede llamarse una conciencia soñadora, la capacidad de moverse con fluidez entre múltiples realidades mientras se mantiene un núcleo de lucidez
















